En su última edicion SEMANARIO TIEMPO dedica una extensa nota que reproducimos acá, a un tema de suyo importante para Coquimbo, en particular, y para la región completa en lo general.
Recientemente, el farol dejó de estar en rojo.
El 12 de diciembre comenzó a operar a plena capacidad la nueva trituradora/fragmentadora móvil Lindner Urraco 95 DK, maquinaria alemana que devora casi cualquier objeto, incluso partes de automóviles, y los reduce a pequeños trozos que permiten reducir considerablemente el volumen de los residuos y el aire retenido entre los mismos. Como consecuencia, la vida útil de El Panul se extenderá al menos hasta 2023.
“La máquina procesa toda la basura. Se carga y los residuos salen picados en trozos de 7 u 8 centímetros. Eso reduce el volumen; por ejemplo, un colchón de dos por dos metros se reduce a 40 por 40 centímetros”, cuenta Nelson Caro, administrador de Inversiones Panul Limitada, empresa propietaria del relleno.
Según el personero, la adquisición comenzó a gestionarse en marzo de 2016 y tuvo un costo que bordeó los 850 mil euros, esto es, unos 600 millones de pesos. “Somos pioneros en Sudamérica con este tipo de tecnología”, asegura.
La máquina –un monstruo mecánico de 9,2 metros de largo y 42 toneladas de peso– posee orugas conectadas a dos ejes, lo que le permite trasladarse entre los distintos sectores del terreno.
COTA MÁXIMA
El Panul cuenta con una resolución de calificación ambiental concedida en 2004, la cual especifica que “la vida útil del proyecto es de aproximadamente 12,2 años”, considerando una recepción inicial de 13.200 toneladas al mes, aunque “supeditada a la cota máxima que éste (el relleno) alcanzará, correspondiente a los 211 metros” sobre el nivel del mar.
SE RECIBEN 600
TONELADAS DIARIAS
Hugo Galdames, administrador del relleno sanitario, señala que “estamos al borde del límite (de altura), pero sólo en un sector, hay otros que están vacíos. Hay una superficie (autorizada para depositar basura) del orden de diez hectáreas, de las cuales llevamos poco más de seis”.
Actualmente se reciben unas 600 toneladas diarias, promedio anual, con días peak en verano de hasta 900 toneladas en un solo día. De ahí la relevancia de la trituradora/fragmentadora.
La empresa ya determinó ingresar al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), un estudio de impacto ambiental para ampliar el sitio. Los planes, por ahora al menos, son de continuar con el mismo tipo de faena, sin incorporar reciclaje.
Caro explica que “el reciclaje no es un negocio que deje ingreso”, por lo que “es poco real en este minuto”. Lo anterior por cuanto se requiere de toda una cadena de acciones, desde separar los residuos en su origen –cuestión que requiere tanto de implementación técnica como de educación ciudadana– hasta usar camiones distintos para recolectar en forma apartada los distintos tipos de material, como mínimo los residuos orgánicos y los que no.