Terapeandog: La agrupación tras intervenciones con animales en el Hospital de Coquimbo

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Con un trabajo social sin fines de lucro, dos de las fundadoras comparten el proceso de preparación que cumplieron sus perros antes de llegar a trabajar con niños y adultos mayores.

Desde diciembre, el Hospital San Pablo ha implementado un novedoso método de intervenciones asistidas con perro en el área de pediatría, generando un acompañamiento a los niños que sufren de dolores, ansiedad y alguna problemática de salud mental.
La iniciativa, que ha cautivado tanto a los amantes de los animales como a quienes no son tan cercanos a ellos, ha disfrutado de los perros que la agrupación local Terapeandog ha entrenado para ayudar a chicos y grandes en su proceso de sanaciones físicas y mentales.

Pioneros en la región

La agrupación Terapeandog se conformó a mitad del 2024, cuando un grupo de cuatro mujeres amantes de los animales decidieron aventurarse en esta labor social realizada en conjunto con sus mascotas.
Por una parte está María Fernanda, educadora canina de la agrupación y estudiante de psicología, quien tiene el técnico en intervención asistida con animales y especialización en perros de terapia y asistencia, quien asegura que, a raíz de su interés en el estudio de la salud mental, «me fui dando cuenta de los beneficios que tenía para los niños con problemas de neurodesarrollo las intervenciones asistidas con perros».
Sin esperar, comenzó a instruirse y capacitarse, logrando entrenar a Milodón, el que sería el primer miembro de lo que sería Terapeandog en el futuro, con quien estuvo aproximadamente dos años realizando algunas intervenciones en colegios y servicios de salud de manera particular.
Paralelamente, Camila Reyes, tutora de dos de los cuatro caninos con los que hoy cuenta la agrupación, encontró casualmente la vocación y capacidad en su perrita Bruna, una pastor alemán que hoy tiene 5 años, al contener al hijo de una amiga que está dentro del espectro autista.
«Bruna lo tomó, lo bajó como a la altura del suelo, se acostó con él en el suelo. Justo su mamá tuvo que ir a buscar algo al auto, y cuando volvió se dio cuenta de que él se había quedado tranquilo con Bruna. Ella comenzó a llorar, porque nunca se había separado de su hijo y ahora lo había hecho sin problemas».
Tras esto, Camila llegó a María Fernanda y Araceli, buscando trabajar la capacidad de su mascota, a quienes más adelante se sumaría Laura para formar Terapeandog.

Condiciones y capacitación

Según comentan María Fernanda y Camila, los perros pasan por un proceso de entrenamiento de un año antes de trabajar en asistencia a personas, todo con un previo análisis de si el can cumple con algunas características necesarias, asociadas netamente a su comportamiento y carácter.
«Buscamos primeramente que sean perros sociables, que disfruten el contacto con personas, que esto no les genere estrés; en general se busca el cumplimiento de los criterios del CGC», también conocido como programa de «ciudadano canino responsable», a manera de asegurar cierto comportamiento.
Adicionalmente, se rigen por el protocolo sanitario de perros de servicio vigente en Chile, y, a falta de existencia de un protocolo de normas de bienestar de entrenamiento nacional, «nos guiamos por las normas internacionales que hay, como por ejemplo en España, que ya van más avanzados en esto», expresa María Fernanda.

Sumado a estos parámetros de comportamiento y cuidado, expresan que hay una importante labor respecto a la higiene de los perros. «Por ejemplo, Bruna tiene desparasitaciones un poco más seguidas que un perro de casa normal, sus baños tienen que ser mucho más periódicos; ellos tienen una limpieza general antes y después de cada sesión», comenta Camila.
Con todo esto cumplido, aseguran que el tiempo de servicio va desde el año hasta los 7 u 8, dependiendo de cada uno.
Vale mencionar que, según mencionan, es de vital importancia el compromiso de los tutores, ya que se trata de un entrenamiento constante de la mano de visitas seguidas al veterinario. El resultado es tal que el animal pueda cumplir su rol de trabajo sin desmerecer su faceta natural.
«Buscamos que se puedan adaptar al contexto, cuando están con su uniforme, sea la pechera y la bandana, sepan que están cumpliendo un rol de terapia, que tienen que seguir ciertos comandos, mientras que en casa su comportamiento cambia bastante; son libres, espontáneos, como cualquier perro, que es algo que nosotros cuidamos mucho», agrega Camila.

Un trabajo social

En el trabajo, el cual no supera la hora para cada perro, las fundadoras de la agrupación dicen notar un notable cambio en los pacientes cuando hacen sus intervenciones, pasando de estar reacios a participar activamente, lo que se ha repetido tanto en niños como en adultos mayores.
«Se genera esta dinámica, donde la comunicación fluye mucho más rápido y las ganas de participar se hacen mucho más fáciles; se facilita mucho eso de poder motivarlos a participar en las actividades», comenta María Fernanda.
En su génesis, Terapeandog es una agrupación que funciona sin fines de lucro, lo que crea una gran dificultad teniendo en cuenta los gastos asociados al cuidado y traslado de los perros.
En este sentido, es que surge la idea de buscar alguna manera de recibir apoyo o generar recursos por ellas mismas. «Pensamos hacer nuestros propios juegos, replicando los que usamos en las terapias, con la finalidad de poder generar recursos, ya que en este momento no tenemos apoyo; es solo vocación de servicio».
«Siempre que nos invitan, vamos, ponemos de nuestro bolsillo, por lo que, si nos pueden apoyar, ya sea con difusión, alguna institución que nos quiera colaborar, alguna tienda de mascotas, bienvenido sea. Que nos sigan en redes sociales, que después puedan compartir los juegos que vamos a estar vendiendo, las diferentes instancias que nosotros vayamos creando para poder solventarnos».

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