Durante la cuarta jornada del juicio oral, vecinos hicieron alusión al misterioso sujeto que se encontraba en el techo del domicilio colindante al de la menor, vestido de azul y con una «mascarilla con filtro». El individuo se fue del lugar el mismo día del asesinato y nunca más volvió.
A paso firme avanza el juicio por el caso Melissa. La menor fue brutalmente asesinada el 26 de noviembre del 2020 en su casa en Villa Talinay, en Coquimbo, según la tesis de la Fiscalía por su propia madre, Mirta Ardiles, quien posteriormente habría iniciado un incendio en el domicilio para ocultar su crimen.
La pequeña, además, habría sido víctima de abusos sexuales por parte de su padrastro Luis Santander, quien también se encuentra imputado en esta causa y sentado junto a Ardiles en el banquillo de los acusados.
La cuarta sesión del proceso, que se extendería inicialmente hasta el 23 de mayo, comenzó con el testimonio de la mejor amiga de Melissa, quien es menor de edad, por lo cual se pidió al público presente y a los medios de comunicación que se retiraran de la sala. Posteriormente subió al estrado un perito del Ministerio Público, quien fue el encargado de analizar las cámaras de seguridad del sector y establecer cronológicamente las acciones de los imputados el día del crimen, luego que salieran de la casa.
Una de sus primeras conclusiones fue que existía una diferencia horaria de unos 45 minutos entre lo que señalaban los registros y la real, algo que tuvieron que soslayar para establecer la cronología correctamente. Resuelto esto, situaron los momentos en el tiempo en los que se movieron tanto Ardiles como Santander.
En algo que ya se había relatado en la audiencia de formalización, el profesional manifiesta que el primero en salir del hogar el día de los macabros hechos, fue Luis Santander, junto al hermano menor de la víctima, y luego, alrededor de una hora después, Mirta Ardiles, quien se dirigió a tomar un Didi para ir al dentista.
De acuerdo a la pericia, habrían pasado siete minutos y 45 segundos desde que la mujer salió de la casa hasta que se aprecia el humo que emana desde la ventana del segundo piso, donde estaba la pieza de Melissa.
La pericia fue cuestionada por las defensas, debido a que, según manifestó el testigo, el video no era continuo, sino secuencial, lo que daría márgenes de tiempo entre registro y registro, donde podrían haber ocurrido cosas, o aparecido personas que no fueron captadas.
Desde el colegio
Tras el perito vinieron los testimonios de cercanos del colegio donde estudiaba Melissa, que tenían un carácter más aclaratorio de cómo era la relación familiar. Para ello fue llamada la asistente social del establecimiento, quien aquel fatídico 26 de noviembre se comunicó con Mirta Ardiles poco antes de los hechos de sangre. La testigo contó que ese día los niños debían concurrir presencialmente al establecimiento para vacunarse, y debió llamar a la mujer debido a que su hijo menor no llegaba. Le costó comunicarse, pero al tercer llamado Ardiles respondió, y señaló que sería su padre, Luis Santander, quien llevaría al pequeño.
En este punto se deja entrever que podría existir algún tipo de secretismo respecto de que el hombre formaba parte del grupo familiar, ya que la trabajadora relata que nunca lo habían visto en el colegio y no tenía la menor idea que vivía con Melissa.
Consultada respecto a cómo escuchó a Mirta en la breve llamada, aseguró que su tono de voz era totalmente normal y no notó nada extraño.
El hombre
del overol
Finalmente se habló de una de las hipótesis que, de acuerdo a la Defensa de Mirta Ardiles, podría haber sido una línea investigativa importante, pero que no se investigó correctamente en su momento por parte del Ministerio Público. Se trata del «hombre del overol». Un sujeto que, según se dijo en su momento, causó sospecha entre la comunidad de Villa Talinay por su extraño comportamiento luego del asesinato, y, sobre todo porque el mismo día en que ocurrió el crimen, abandonó su domicilio ubicado justo al lado de la casa de la víctima y nunca más retornó.
Fue una vecina, testigo del Ministerio Público, quien en un punto de su relato hizo alusión a esta persona. Pero comenzó describiendo los hechos que la llevaron a llamar a Carabineros, tras presenciar lo que sucedía en el domicilio de «la Meli».
DESESPERADO
La mujer relata que estaba lavando ropa cuando escuchó que otros vecinos gritaban «incendio», por lo que salió a mirar y observó el humo. En primera instancia llamó a Bomberos, pero no tuvo respuesta, por lo que tomó contacto con la institución policial, quienes fueron los primeros en llegar al lugar. Minutos después arribaron los voluntarios bomberiles.
No sabía lo que estaba ocurriendo y afirmó no conocer a la familia, sólo había visto alguna vez a Melissa mientras andaba en patines por el pasaje, por lo que ese día fue su primer acercamiento tanto con Mirta Ardiles como con Luis Santander.
Vio al hombre llegar al lugar, según afirma, desesperado queriendo entrar a la casa que se incendiaba. Tal era su nivel de nerviosismo, que tuvo que ser retenido por Carabineros hasta que se calmó. Posteriormente, relata la vecina, recibió tanto a la madre como al padrastro de la víctima en su casa, para prestarles el baño, y fue ahí cuando pudo conversar con ellos, les dio agua con azúcar y Ardiles le habría dicho que había que resignarse, que nunca debió haber dejado a su hija sola.
Tras ello vinieron las preguntas en relación a la familia que vivía en la casa colindante a la de Melissa. En ella habitaba una mujer mayor y sus dos hijos, el varón era el hombre que fue visto con overol en el techo de su domicilio el día del crimen. Además, dice la vecina, tenía puesto algo así como un banano, probablemente con herramientas, y llevaba «una mascara con filtro». Sin embargo, en su declaración la mujer no le dio mayor relevancia, ante la sorpresa de los familiares de Ardiles, quienes aseguraban que «estaba cambiando su versión», pues señaló que el joven probablemente estaba realizando trabajos en su domicilio como cualquier persona y además se situaba en la dirección contraria de la casa de Melissa.
Descartó que el sujeto haya tenido problemas siquiátricos, como se había dicho en versiones anteriores, previo al juicio, y tampoco ahondó en el que se haya marchado junto a su familia el mismo día del crimen, luego de vivir más de 20 años en esa casa.
Actitud extraña
Quien sí dio cuenta de una actitud extraña por parte del individuo fue el siguiente testigo, otro vecino del sector, quien fue el primero en ingresar al domicilio que se incendiaba. Relata que no se podía entrar por la puerta principal, por lo que hizo ingreso saltando un muro del costado. Ya dentro del domicilio, precisó que no se veía ni fuego ni humo, pero sí se sentía un olor a quemado muy fuerte.
Respecto al hombre del overol, asegura que pese a los llamados que se le hicieron para que saliera de su casa debido a que el fuego se podía propagar, éste solo miró por la ventana hacia abajo, no haciendo caso. Además señaló que nunca lo había visto antes en el barrio y nunca más lo volvió a ver.
Cabe consignar que el «hombre del overol» es uno de los testigos que está citado por la defensa de Mirta Ardiles, así como también su madre, pero existen pocas expectativas respecto de que finalmente concurra. Por lo pronto, el día de hoy se continuará con los declarantes de la Fiscalía.