Un incendio la destruyó por completo en marzo y cuatro meses después aún no hay claridad respecto a su reconstrucción. Vecinos, de manera paralela, siguen juntando recursos, y a un costado levantan un salón para realizar misas y otras actividades.

La iglesia de Pichasca fue construida en 1911 y es un ícono para la localidad y la comuna de Río Hurtado. Pero en marzo sufrió un incendio que por suerte no lamentó víctimas, pero sí se registraron importantes daños materiales.

El hecho puso en alerta a los vecinos, a los defensores del patrimonio urbano y a la comunidad eclesiástica del sector, que hoy, cuatro meses después, lamentablemente ve el templo en las mismas condiciones.

Jennifer Milla es parte de la directiva del grupo de reconstrucción de la iglesia, cuyo nombre es Cristo Rey, en homenaje al santo patrono del pueblo, y cuenta que al día siguiente del siniestro se pusieron manos a la obra.

Aunque pasando por varias etapas, pues lo primero que hicieron fue llamar a profesionales expertos para que pudieran evaluar los daños, y en esa primera evaluación «nos dijeron que la iglesia había que demolerla, que era poco lo que se podía recuperar. Fue una noticia terrible», reconoce.

Con los días fueron surgiendo otras opciones con instituciones para tener una opinión distinta y no tan demoledora. Así se reunieron con distintos profesionales que pudieran tener más experiencia en la construcción del adobe. Incluso desde el Arzobispado enviaron un experto, que entregó un diagnostico parecido.

«No sabíamos qué hacer, por lo que después nos juntamos con la Dirección de Arquitectura del MOP, quienes dijeron que la iglesia es recuperable y que, según su experiencia, han trabajado en recuperar monumentos en peores condiciones, y eso cambió todo el panorama».

Volverla a levantar

Recibieron una buena noticia, aunque los costos son muy elevados y superan los 300 millones de pesos.

«Juntar algunos millones era difícil, imagínese reunir esa cantidad. Además, la iglesia está denominada como patrimonio histórico del pueblo y se encuentra dentro del Plan Regulador, entonces eso nos complica bastante, porque no es llegar y trabajar».

La iglesia desde entonces no se puede tocar, está protegida, «por decirlo de alguna manera», pero a un costado, respetando todas las medidas y espacios, los vecinos trabajan en la construcción de un salón, «y ahora estamos en el proceso de terminar el piso para levantar las paredes y el techo con madera, pero es para pasar la emergencia mientras podamos avanzar con lo demás».

Pese a la dificultad y el tiempo que quizás deberán esperar, los vecinos dicen que la sacarán adelante, aunque estar dentro de ese Plan Regulador va sujeto a un montón de permisos y reglas, «así que, en vista de todas esas circunstancias, en paralelo estamos realizando colectas y en proceso de juntar dinero porque el objetivo es volver a levantar nuestra iglesia».

El salón será por cierto más pequeño, pero servirá para que la comunidad pueda reunirse en funerales, misas y otras actividades, «porque en este momento estamos en el patio con lluvias y pasando frío».

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