Viudo de María Cristina: «La muerte que tuvo, no se la doy a nadie»

0
35

En una sentida jornada, este jueves se llevó a cabo el funeral de la mujer que falleció por un atropello este lunes en La Serena, quien inició su descanso en el Cementerio de Las Compañías acompañada de su familia, amigos y vecinos.

Luego de una semana de profunda tristeza para la familia de María Cristina Vivanco Iter (57), quien falleció sorpresivamente el pasado lunes luego de ser arrollada por un microbús en la intersección de calle Argentina con calle Canadá en Las Compañías, este jueves se llevó a cabo su último adiós.
Con punto de partida en su domicilio ubicado en calle Perú, donde fue velada tras su muerte, los familiares, vecinos y seres queridos de María Cristina la acompañaron en un recorrido que la llevó por los lugares donde vivió y dejó huella.
«El recorrido empezó de la casa, calle Perú, Argentina, Avenida La Paz; después se bajó por Juan José Urizar, se siguió hasta la entrada de El Olivar, girando por la plaza para quedar afuera de la casa de mis abuelitos un ratito. Luego, pasar por la calle donde vivía mi mamá, que era Luis Carvallo y de ahí nos fuimos en dirección por el Bicentenario hacia el cementerio», cuenta Angélica, hija de María Cristina, quien suma que «en El Oliver salió harta gente a despedirla», recordando que durante el último tiempo su madre trabajó en la feria que se realiza en el sector.
Terminado el cotejo fúnebre, ya en el recinto donde descansa hoy María Cristina, se llevó a cabo el funeral, el cual contó con la presencia de gran cantidad de personas. Así lo evidencia Pablo Tapia (56), marido de la fallecida, quien, tras 25 años de matrimonio, explica que decidieron separarse hace aproximadamente 10 años, lo que no ha mermado el cariño con el que se hizo parte de la despedida de quien fue su compañera de vida durante un cuarto de año, así como de su hija Angélica.
«Estaba trabajando en Copiapó cuando me llamó mi hija, hace 2 días, como a las dos y media de la tarde, diciendo que su madre fue atropellada, pero yo pensaba que estaba en el hospital, algo así, nunca me imaginé que era una muerte instantánea, hasta que me dicen; ‘No, papá, quedaste viudo, porque la mataron al tiro, mi mamá falleció’», cuenta Pablo.

Agradecimientos

Ya en el lugar, acompañando a su hija, valora de gran manera el cariño que le han brindado a su familia. «Tengo que dar las gracias a todos los vecinos que fueron al velorio, a acompañarnos. Fue un momento muy difícil, y aquí también hubo bastantes personas, bastantes vecinas cercanas, y también quiero darles las gracias a todas las personas».
Del mismo modo, Angélica reitera los agradecimientos de quienes acompañaron este difícil proceso, tanto en persona como a la distancia. «Quisiera darles las gracias a todas y todos los que estuvieron ahí y los que estuvieron a la distancia también, a la familia, a las tías mil gracias. Llegaron familiares de mis abuelos que se vinieron manejando desde Valparaíso; la hermana de mi abuelito, la sobrina y la hija de su sobrina, y se iban a las dos de la tarde otra vez».
Si bien el agradecimiento a la compañía recibida abunda en la familia directa de María Cristina, es claro que es una herida que requerirá tiempo para sanar, más luego de una despedida que representa muchas veces un punto álgido en la comprensión de que un ser querido se va.
En ese sentido, Pablo vivió el dolor y el rol de contención. Según dice, «para apoyar a toda la familia, a mi suegro, a mi suegra y a mi hija más que nada, quería estar presente con ella en este momento tan difícil, y ver que mi hija está quebrada y apenas se puede mantener en pie es muy difícil. La muerte que tuvo, no se la doy a nadie, porque realmente ella estaba enfermita y todo, pero no era para morir de esa manera», especificando que tenía algunas alzas de presión leves y cercanía a la diabetes.
Por su parte, Angélica da cuenta de la fragilidad que existe cuando se trata de un ser amado. «Traté de contenerme lo que más pude. Para mí lo primordial era tratar de mantenerme bien por ellos, pero hubo un momento donde yo ya no aguanté», según explica, fue durante el ingreso de su madre al nicho. «Lo último que recuerdo de ese momento es que estaba en el suelo, y me tuvieron que parar».
Terminado el funeral, con la extraña calma que surge en algunos pasajes del proceso de duelo, Angélica cierra esta triste historia, con el deseo de que nadie más viva un dolor como el suyo. «De verdad espero de todo corazón que se encuentre alguna solución; no puede ser que pase lo que pasó con mi mamá, no lo encuentro justo».

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa tu comentario!
Por favor ingresa tu nombre